martes, 4 de octubre de 2011

1.1 TEXTO

Aquel día era como cualquier otro, pero no para Sara. Había tomado una decisión y aunque sabía que era lo mejor para ella tenía una increíble sensación de derrota. Mientras miraba por la ventana y veía cómo la luz se filtraba y creaba sombras irregulares en el suelo, recordó el primer día que entró en aquella casa.
Por aquel entonces tenía que trasladarse de ciudad para poder estudiar y encontró un piso compartido con otro estudiante. Estaba un poco alejado del centro pero la ausencia de ruidos lo convirtió en el lugar idóneo para estudiar.
En cuanto a su compañero de piso, raras veces se dejaba ver y parecía un tipo huraño y muy introvertido. Cuando coincidían, el espacio que tan acogedor y cálido le parecía a Sara se volvía frío e incómodo. La superficie curva de las paredes y el sinuoso recorrido le hacían imaginar que estaba en la costa, incluso el sonido del viento en el exterior se le antojaba como la brisa marina. Ese era su remanso de paz y tranquilidad, donde podía relajarse y cuidarse.
Había una gran cristalera orientada a un parque y el espejo que estaba al final de la sala reflejaba a los niños jugando y podía oír el sonido de sus risas, a Sara le encantaba observarlos en el reflejo, era como tener la casa llena de gente.
De día, los paneles translúcidos que dividían la estancia resultaban muy agradables ya que se filtraba la luz pero a su vez creaba una sensación de intimidad. Sin embargo cuando llegaba la noche, y las luces fluorescentes los iluminaban, creaban sombras difusas y a Sara le parecía intuir la forma de una persona detrás de aquellos paneles, se sentía observada y esa sensación la inquietaba mucho.
Una noche, mientras escuchaba relajadamente música clásica decidió comprar unas entradas para un concierto, se dio cuenta que al comprarlas por internet se ahorraba mucho dinero, Es una suerte, pensó, Seguiré ahorrando para decorar la casa. Como siempre, la sensación de que era observada se hacía cada vez más fuerte, esta vez decidió enfrentarse a sus miedos, se levantó furiosa y encontró a su compañero de piso allí parado frente a ella. Se originó una gran discusión que creó una atmósfera muy tensa intensificada con los contrastes de luz y sombra que los paneles y las ondas creaban, pensó Sara que la estancia cambiaba según su estado de ánimo. Después de una larga discusión Sara decidió que a la mañana siguiente se iría de allí, no podía soportar esa inseguridad.
El sonido del timbre la sacó de sus pensamientos, era su taxi, ya había llegado. Echó un último vistazo a aquel lugar y con paso decidido se dirigió a la puerta y se marchó.